Citas de la Sagrada Escritura
1. Sábado - Domingo
Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis dias trabajarás y harás toda tu obra pero el séptimo es día de descanso consagrado al Eterno tu Dios... pues en seis dias hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene y el séptimo cesó, por eso bendijo el Eterno el día del sábado y lo santificó. Ex 20, 8-11. Observa el día del sábado para santificarlo... y recordarás que fuiste esclavo en tierra de Egipto y el Eterno tu Dios te sacó de alli... por eso el Eterno tu Dios te mando celebrar el día del Shabbat. Dt 5, 12-15.
El sábado como día de gozo: Num 10, 10; Jud 8, 6; 0s 2, 11; / Mac 1, 41; Lc 14, 1.
Observación del sábado según la doctrina y el ejemplo del Señor: Mt 23, 4; 12, 3-12; Mc 1, 21; 2, 2527; 6, 2; 6, 6; 13, 10; Cal 4, 4.
2. Pascua
Yavé dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: Este mes será para vosotros el comienzo del año, el mes primero del año. Hablad a toda la asamblea de Israel y decidles: El día diez de este mes tome cada uno, según las casas paternas, una res menor por cada casa. Si la casa fuere menor de lo necesario para comer la res, tome a su vecino, al de la casa cercana, según el número de personas, computándolo para la res según lo que cada cual puede comer. La res será sin defecto, macho primal, cordero o cabrito. Lo reservarás hasta el día catorce de este mes y toda la asamblea de Israel lo inmolará entre dos luces. Tomarán de su sangre y untarán los postes y el dintel de la casa donde se coma. Comerán la carne esa misma noche, la comerán asada al fuego, con panes ácimos y lechugas silvestres. No comerán nada de él crudo, ni cocido al agua; todo asado al fuego, cabeza, patas y entrañas. No dejaréis nada para el día siguiente; si algo quedare, lo quemaréis. Habéis de comerlo así: ceñidos los lomos, calzados los pies, y el báculo en la mano, y comiendo de prisa, es la Pascua de Yavé. Esa noche pasaré yo por la tierra de Egipto y mataré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los animales, y castigaré a todos los dioses de Egipto. Yo, Yavé. La sangre servirá de señal en las casas donde estéis; yo veré la sangre y pasaré de largo, y no habrá para vosotros plaga mortal cuando yo hiera la tierra de Egipto. Este día será para vosotros memorable y lo celebraréis solemnemente en honor de Yavé de generación en generación; será una fiesta a perpetuidad 1~]. No comeréis pan fermentado; en todas vuestras moradas se comerán panes ácimos. Ex 12, 1-14.20.
Cfr.: Jos 5, 10; 2 Re 23, 21; 2 Par 30, 1; 35, I; Esd 6, 19; Ez 45, 21; Jn 2, 13-23; 6, 4.
Ultima Pascua del Señor. Institución de la Eucaristía: Mt 26, 1729; Mc 14, 12-25; Lc 22, 1-20; Jn 13. 1-30; 1Cor 11, 23-26.
3. I'entecostés
( arando hubieres entrado en la ti.~u que el Eterno tu Dios te da por l~redad... tomarás parte de las prhl~icins de todos los productos de tu suelo que coseches... y poniéndola en una cesta, irás al lugar que el Eterno tu Dios haya elegido para establecer en él su nombre. Te presentarás al sacerdote entonces en funciones y le dirás... Nos afligieron los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudisimas tareas, y clamamos al Eterno, Dios de nuestros padres... y nos sacó de Egipto... y nos dio una tierra que mana leche y miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de la tierra que el Eterno me ha dado. Y las dejarás ante el Eterno tu Dios y te inclinarás ante El. Te regocijarás con los bienes que el Eterno tu Dios te ha dado a ti y a tu casa, tú y el leyita y el peregrino que mora en medio de ti. Dt 26, 1 - 11.
Cfr.: 2 Par 8, 13; 2 Mac 12, 32; Hech 2, 1; 20, 16; I Cor 16, 8.
Venida del Espiritu Santo en la fiesta de Pentecostés: Hech 2, 2-4.
4. Tabernáculo
Celebrarás la Fiesta de los Tabernáculos durante siete dias, una vez recogido el producto de tu era y de tu lagar... Celebrarás la fiesta en honor del Eterno tu Dios en el lugar que haya elegido Dt 16, 3-15.
Cfr.: Dt 31, 10; Esd 3, 4; Neh 8,15-17; 2 Mac 1, 9; 10, 6; Jn 7, 2.
5. Día de la expiación
El Eterno habló a Moisés diciendo: El décimo día de este séptimo me es Dia de los Perdones. Mortificaréis vuestras almas y no haréis en él ningún trabajo, pues es un día de expiación para rehabilitaros ante el Eterno vuestro Dios. Lev 23, 26-32.
6. Dedicación del templo
Luego ordenó Judas que algunos tuvieran en jaque a los de la ciudadela, mientras purificaban el santuario. Eligieron sacerdotes irreprochables, amantes de la Ley, los cuales purificaron el templo y echaron las piedras del altar idolátrico en lugar inmundo. Deliberaron qué harían del altar de los holocaustos, que habia sido profanado, y les pareció buen consejo destruirlo, por cuanto los gentiles lo habian profanado, y depositar las piedras en el monte del templo, en lugar conveniente hasta que viniese un profeta que diese oráculo sobre ellas. Tomaron luego piedras sin labrar, conforme prescribe la Ley; y edificaron un altar nuevo sobre el modelo antiguo, prepararon el santuario y el interior del templo, purificaron los atrios, hicieron nuevos vasos sagrados e introdujeron el candelabro, el altar de los perfumes y la mesa del templo. Quemaron incienso en el altar, encendieron las lámparas del candelabro, que lucieron en el templo; colocaron los panes sobre la mesa y colgaron las cortinas. De esta manera dieron fin a la obra. / Mac 4, 4151.
7. Sobre las fiestas celebradas sin rerdadera piedad
1s 1, 12-15; Jer 6, 20; 0s 6, 6; Am 5, 21-22; Miq 6, 6-8.
8. Alegría en Las tiestas.
Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor. (Sal 121, 1-4).
SELECCIÓN DE TEXTOS
El sentido de las fiestas
2403 Las fiestas se han hecho para promover la alegría espiritual, y esa alegría la produce la oración; por lo cual en día festivo se han de multiplicar las plegarias (SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., 245).
2404<<Quaerite Dominum>>. Nunca podemos dejar de buscarlo: sin embargo, hay períodos que exigen hacerlo con más intensidad, porque en ellos el Señor está especialmente cercano, y por lo tanto es más fácil hallarlo y encontrarse con El. Esta cercanía constituye la respuesta del Señor a la invocación de la Iglesia, que se expresa continuamente mediante la liturgia. Más aún, es precisamente la liturgia la que actualiza la cercanía del Señor (JUAN PABLO II, Hom. 20-111-1980).
2405 En las fiestas de Nuestra Señora no escatimemos las muestras de cariño; levantemos con más frecuencia el corazón pidiéndole lo que necesitemos, agradeciéndole su solicitud maternal y constante, encomendándole las personas que estimamos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 291).
El domingo, día del Señor
2406 Nos reunimos precisamente el día del sol, porque éste es el primer día de la creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y la materia, y también porque es el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos (SAN JUSTINO, Apología l.a, 67).
2407 El domingo ha de volver a ser el día del Señor, de la adoración y de la glorificación de Dios, del santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del recogimiento, del alegre encontrarse en la intimidad de la familia (Pío Xll, Aloc. 7-lX-1947).
2408 La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho dias [...].En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios que los hizo renacer con viva esperanza por la resurrección de Cristo de entre los muertos (I Pdr 1, 3) (CONC. VAT. 11, Sacrosanctam Concilian, 106).
2409 ...
EI domingo tiene una importancia muy grande en la vida cristiana, sobre todo en estos tiempos en los que los hombres, por varias razones, viven distraídos de las cosas celestiales [...].
- Por tanto, la santificación del día del domingo, o lo que es lo mismo, la celebración de la Pascua semanal, hace que los dones celestiales entonces recibidos influyan con misteriosa fecundidad en la vida privada y pública (PABLO Vl, Carta al Cardenal Colombo, 4-VI11-1977).
2410 Ya que sois miembros de Cristo, no os queráis separar de la Iglesia faltando a la reunión; teniendo a Cristo Cabeza presente y en comunicación con vosotros, de acuerdo con su promesa, no os tengáis en poco a vosotros mismos ni queráis separar al Salvador de sus miembros, ni dividir ni espaciar su Cuerpo, ni preferir las necesidades de vuestra vida a la Palabra de Dios; por el contrario, el domingo dejadlo todo y acudid a la Iglesia (Didascalia Apostolorum, Il, 59, 2).
Adviento
2411 Hay diversos advientos. Se repiten cada año, y todos se orientan hacia una dirección única. Todos nos preparan a la misma realidad. Hoy, en la segunda lectura litúrgica, escuchamos lo que escribe el Apóstol Santiago: Hermanos, tened paciencia, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente elfruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. Y añade inmediatamente después: Mirad que el juez está ya a la puerta (5, 7-9) (JUAN PABLO II, Hom. 14X11-1980).
2412 Precisamente este reflejo deben tener tales advientos en nuestros corazones. Deben parecerse a la espera de la recolección. El labrador aguarda el fruto de la tierra durante .todo el año o durante algunos meses. En cambio, la mies de la vida humana se espera durante toda la vida. La mies de la tierra se recoge cuando está madura, para utilizarla en satisfacer las necesidades del hombre. La mies de la vida humana espera el momento en el que aparecerá en toda la verdad ante Dios y ante Cristo, que es juez de nuestras almas.
La venida de Cristo, la venida de Cristo en Belén anuncia también este juicio. ¡Ella dice al hombre por qué le es dado madurar en todos estos advientos, de los que se compone su vida en la tierra, y cómo debe madurar él! (JUAN PABLO II, Hom. 1 4-XI I- 1980).
2413 Debemos celebrar el nacimiento del Señor con una alegría cálida y sobrenatural. Cada uno lo hará con el fervor que conviene: se acordará de qué cuerpo es miembro y a qué cabeza está unido; se guardará de ser una pieza mal adaptada que no encaje en el edificio sagrado (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 3. ° de Navidad, 4-5).
2414 La Iglesia desea vivamente hacernos comprender que, así como Cristo vino una vez al mundo en la carne, de la misma manera está dispuesto a volver en cualquier momento, para habitar espiritualmente en nuestra alma con la abundancia de sus gracias si nosotros, por nuestra parte, quitamos todo obstáculo.
Por eso, durante este tiempo, la Iglesia, como madre amantisima y celosisima de nuestra salvación, nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del Espiritu Santo y de diversos ritos, a recibir convenientemente y con un corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a preparar nuestra alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si hubiera él de venir nuevamente al mundo. No de otra manera nos lo enseñaron con sus palabras y ejemplos los patriarcas del Antiguo Testamento, para que en ello losimitáramos (SAN CARLOS BORROMEO, Cartas pastorales, 1. c., vol. 2, 916-917).
2415 Ahora, por tanto, nuestra paz no es prometida, sino enviada; no es diferida, sino concedida; no es profetizada, sino realizada: el Padre ha enviado a la tierra algo así como un saco lleno de misericordia; un saco, diría, que se romperá en la pasión, para que se derrame el precio de nuestro rescate que contiene; un saco que, si bien es pequeño, está ya totalmente lleno. En efecto, un niño se nos ha dado, pero en este niño habita toda la plenitud de la divinidad. (S. BERNARDO, Sermón I de Epifanta, 1-2).
2416 Natividad es la gran fiesta de las familias. Jesús, al venir a la tierra para salvar a la sociedad humana y para de nuevo conducirla a sus altos destinos, se hizo presente con María su Madre, con José, su padre putativo que está allí como la sombra del Padre eterno. La gran restauración del mundo entero comenzó allí, en Belén; la familia no podrá lograr más influencia que volviendo a los nuevos tiempos de Belen (JUAN XX111, Aloc., 25-XII-l959).
2417 La fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6, sobre la Natividad, 2-3)
2418 ¿Qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor? En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6, sobre la Natividad, 2-3).
2419 Un niño nos ha nacido y un hijo nos ha sido dado; la insignia de su principado han puesto sobre su hombro, y será llamado el Admirable, el Consejero, Dios, el Fuerte, el Padre del siglo. Pero, ¿dónde está el nombre que está sobre todo nombre, el nombre de Jesús, al cual se dobla toda rodilla? Tal vez en todos estos nombres hallarás sólo éste: Jesús; pero en algún modo exprimido y derramado. Sin duda él mismo es de quien la Esposa dice en el cántico del amor: Aceite derramado es tu nombre (SAN BERNARDO, Sermón sobre la Circuncisión del Señor, 2, 4).
2420 ¿A un moribundo sumamente apegado a la vida puede acaso dársele más dichosa nueva que decirle que un médico hábil va a sacarle de las puertas de la muerte? Pues infinitamente más dichosa es la que el ángel anuncia hoy a todos los hombres en la persona de los pastores (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el misterio).
2421 Nuestro Salvador ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa.
Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca a la recompensa; regocijese el pecador, porque se le brinda el perdón; animese el pagano, porque es llamado a la vida (SAN LEÓN MAGNO, Sermón I sobre la Natividad, 1-3).
2422 Nace Cristo. Esto sucedió una vez, la noche de Belén, pero en la liturgia se repite cada año, en cierto modo se «actúa» cada año. Y asimismo cada año aparece rico de los mismos contenidos divinos y humanos; éstos hasta tal grado sobreabundan, que el hombre no es capaz de abarcarlos todos con una sola mirada; y es difícil encontrar palabras para expresarlos todos juntos. Incluso nos parece demasiado breve el periodo litúrgico de Navidad, para detenernos ante este acontecimiento que más presenta las caracteristicas de mysteriam fuscinosum, que de mysterium tremendam. Demasiado breve para «gozar» en plenitud de la venida de Cristo, el nacimiento de Dios en la naturaleza humana. Demasiado breve para desenmarañar cada uno de los hilos de este acontecimiento y de este misterio (JUAN PABLO II, Audiencia general, 3-1-1979).
2423 ¿Quién tendrá un corazón tan bajo y tan ingrato como para no gozar y saltar de alegría por lo que sucede? Es una fiesta común de toda la creación [...]. Nosotros también proclamamos nuestra alegría; a nuestra fiesta le damos el nombre de teofanía. Festejemos la salvación del mundo, el día en que nace la humanidad. Hoy ha quedado eliminada la condenación de Adán (SAN BASILIO, Hom. para el Nacim¿ento de Cristo, 2, 6).
Epifania
2424 Precisamente se les habia ocultado (la estrella) antes para que, al hallarse sin guia, no tuvieran otro remedio que preguntar a los judíos, y quedara así manifiesto a todos el nacimiento de Cristo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 7).
2425 Como los Reyes Magos, hemos descubierto una estrella, luz y rumbo, en el cielo del alma.Hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle. Es nuestra misma experiencia. También nosotros advertimos que, poco a poco, en el alma se encendía un nuevo resplandor: el deseo de ser plenamente cristianos; si me permitís la expresión, la ansiedad de tomarnos a Dios en serio (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 32).
2426 Hoy los Magos revuelven en su mente con profundo estupor lo que allí han visto; el cielo en la tierra, la tierra en el cielo, el hombre en Dios, Dios en el hombre, y a aquel a quien no puede contener el universo encerrado en un pequeño cuerpecillo. Y, al verlo, lo aceptan sin discusión, como lo demuestran sus dones simbólicos: el incienso, con el que profesan su divinidad; el oro, expresión de la fe en su realeza; la mirra, como signo de su condición mortal. Asi los gentiles, que eran los últimos, llegan a ser los primeros, ya que la fe de los Magos inaugura la creencia de toda la gentilidad (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 160).
2427 La Epifania es, pues, la gran fiesta de la fe. Participan en esta fiesta tanto quienes han llegado ya a la fe como los que se encuentran en el camino para alcanzarla. Participan, agradeciendo el don de la fe, al igual que los Magos, llenos de gratitud, se arrodillaron ante el Niño. En esta fiesta participa la Iglesia, que cada año se hace más consciente de la amplitud de su misión (JUAN PABLO 11, Hom. 6-1- 1 979).
Cuaresma
2428 Tiempo de penitencia, pues. Pero, como hemos visto, no es una tarea negativa. La Cuaresma ha de vivirse con el espiritu de filiación, que Cristo nos ha comunicado y que late en nuestra alma (Cfr. Gal 4, 6). El Señor nos llama para que nos acerquemos a El deseando ser como El: sed im¿tadores de Dios, como hijos suyos muy queridos (Ef 5, 1), colaborando humildemente, pero fervorosamente, en el divino propósito de unir lo que está roto, de salvar lo que está perdido, de ordenar lo que ha desordenado el hombre pecador, de llevar a su fin lo que se descamina, de restablecer la divina concordia de todo lo creado (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 65).
2429 Si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos dias cuaresmales nos invitan a ello de un modo más apremiante; si deseamos llegar a la Pascua santificados en el alma y en el cuerpo, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a todas las otras y cubre la multitud de los pecados (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 10, sobre la Cuaresma, 3-s).
2430 Contra ellas (las fuerzas del mal en nosotros) se necesita la lucha permanente a que nos invita de modo particular el tiempo de Cuaresma, y tiene por finalidad el retorno sincero al Padre celestial, infinitamente bueno y misericordioso.
Este retorno, fruto de un acto de amor, será tanto más expresivo y grato a El cuanto más acompañado vaya del sacrificio de algo necesario y, sobre todo, de las cosas superfluas. A vuestra iniciativa se ofrece una gama vastisima de acciones, que van desde el cumplimiento asiduo y generoso de vuestro deber diario, a la aceptación humilde y gozosa de los contratiempos molestos que puedan presentarse a lo largo del día y a la renuncia de algo que sea muy agradable a fin de poder socorrer a quien está necesitado; pero sobre todo es agradabilísima al Señor la caridad del buen ejemplo, exigido por el hecho de que pertenecemos a una familia de fe cuyos miembros son interdependientes y cada uno está necesitado de la ayuda y apoyo de todos los otros. El buen ejemplo no sólo actúa fuera, sino que va a lo hondo y construye en el otro el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana (JUAN PABLO II, Aloc. 20-II-1980).
2431 La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles [...].
Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el viernes de la pasión y muerte del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al sábado santo, para que de este modo se llegue al gozo del domingo de Resurrección con elevación y apertura de espiritu (CONC VAT. II, Sacrosanctum Concillum, 110).
Pasión
2432 En la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que nos sobrevienen a causa del pecado (SAN TO TOMÁS, Sobre el Credo, 6, 1. c.).
2433 Cuando pecó el primer hombre, nuestra naturaleza quedo debilitada y corrompida, y el hombre se tornó más propenso al pecado. Pero Cristo atenuó esta debilidad y propensión, si bien no la eliminó por completo; con la Pasión de Cristo quedó fortalecido el hombre y debilitado el pecado, que ya no lo domina de la misma manera, sino que el hombre puede esforzarse y librarse de los pecados ayudado por la gracia de Dios, que recibe en los sacramentos, cuya eficacia procede de la Pasión de Cristo (SANTO ToMAs, Sobre el Credo, 4, I.c.).
2434 La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es origen de nuestra esperanza en la gloria y nos enseña a sufrir (SAN AGUSTIN, Sermón Güelferbitano, 3).
2435 La plenitud de la fe es la cruz del Señor, su muerte y su resurrección [...]. La cruz también puede servir de escándalo a los escogidos; pero no hay testimonio más grande de la divina persona, porque nada parece más superior a la naturaleza humana como haberse ofrecido El solo por todo el mundo (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, val. V, p. 339).
2436 ¡Qué diferentes voces eran: quita, quita, crucifícale y bendito sea el que viene en el nombre del Señor, hossana en las alturas! ¡Qué diferentes voces son llamarle ahora Rey de Israel, y de ahí a pocos dias decir: no tenemos más rey que al César! ¡Qué diferentes son los ramos verdes y la cruz, las flores y las espinas! A quien antes tendían por alfombra los vestidos propios, de allí a poco le desnudan de los suyos y echan suertes sobre ellos (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Domingo de Ramos, 2, 4).
2437 Manantial inagotable de vida es la Pasión de Jesús.
Unas veces renovamos el gozoso impulso que llevó al Señor a Jerusalén. Otras, el dolor de la agonía que concluyó en el Calvario... O la gloria de su triunfo sobre la muerte y el pecado. Pero, ¡siempre!, el amor—gozoso, doloroso,glorioso— del Corazón de Jesucristo (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Via Crucis, p. 122).
2438 Como dice San Agustín, la Pasión de Cristo es suficiente para modelar por completo nuestra vida (SANTO ToMAs, Sobre el Credo, 4, I.c., p. 65).
2439 Y Pedro le seguía a lo lejos. Le seguía a lo lejos, pero se acercaba a su negación, y acaso no le hubiera negado si hubiese estado cerca de Jesús (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 473).
2440 Inmolemos cada día nuestra persona y toda nuestra actividad, imitemos la pasión de Cristo con nuestros propios padecimientos, honremos su sangre con nuestra propia sangre, subamos con denuedo a la cruz. Si quieres imitar a Simón de Cirene, toma la cruz y sigue al Señor (SAM GREGORIO NACIANCENO, Disertac. 45, 23-24).
2441 Y habiendo encendido fuego en medio del atrio, y sentándose ellos alrededor, estaba también Pedro en medio de ellos. Se acercó San Pedro a calentarse, porque una vez preso el Señor el calor del afecto de Pedro se enfrió (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, val. Vl, p. 473).
2442 Le habian sido entregadas las llaves del reino de los cielos. Le había sido confiada una innumerable multitud de pueblos, que estaba metida en el pecado. San Pedro estaba muy fuerte, como lo indica la oreja cortada del criado del príncipe de los sacerdotes. Este hombre, tan endurecido y tan severo, si hubiese obtenido el don de no pecar, ¿cómo hubiera podido perdonar a los pueblos? Pero la Providencia divina permitió que cayese él primero, para que fuese condescendiente con los demás, recordando su propia caida (SAN AGUSTIN, en Catena Aurea, val. Vl, p. 474).
2443 El Señor fue flagelado y nadie le ayudó; fue afeado con salivas, y nadie le amparó; fue coronado de espinas, y nadie le protegió; fue crucificado, y nadie le desclavó; clama diciendo Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado.7, y nadie le socorre (SAN AGUST1N, Coment. sobre el Salmo 21).
2444 Y así como El no olvidó ninguna muestra de mansedumbre, así ellos no perdonaban ningún insulto, ninguna impiedad, sino que con obras y palabras desahogaban su furor [...]. Escupían y maltrataban aquel rostro reverenciado por las olas del mar y venerado por el sol que, cuando más tarde le vio en la Cruz, escondió respetuoso sus rayos; le herían en la cabeza desfogando ampliamente su cólera y causándole llagas infamantes; le maltrataban a puñadas y le abofeteaban en la divina faz, a la que también se atrevian a escupir. Al mismo tiempo le decían con feroz sarcasmo: Adivínanos, Cristo, ¿quién te ha herido? SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 85).
2445 ¿Podéis beber el cáliz [ 17; el Señor sabia que podrían imitar su pasión, y sin embargo les pregunta; para que todos oigamos que nadie puede reinar con Cristo si no ha imitado su pasión; porque las cosas de mucho valor no se consiguen más que a un precio muy alto (SAN JUAN CRISOSTOMo, Hom. sobre S. Mateo, 35).
Resurrección
2446 Por el nombre de Resurrección no debe entenderse única- mente que Cristo resucitó de entre los muertos [...], sino que resucitó por su virtud y poder propio, lo cual fue exclusivo y singular en El [...]; lo confirmó el mismo Señor con el divino testimonio de su boca: porque doy mi vida para tomarla de nuevo. Ninguno me la quita sino que yo la doy por m f mismo, y tengo poder para darla y tengo poder para tomarla de nuevo (Jn 10, 17-18) [...]. Asimismo, dijo a los judíos, para confirmar la verdad de su doctrina: destruid este templo y en tres d~as lo levantaré... pero El hablaba del templo de su cuerpo (Jn 2, 19-21) [...]. Y si bien leemos alguna vez en las Escrituras que Cristo Nuestro Señor fue resucitado por el Padre (cfr. Hech 2, 24; Rom 8, 11), esto se le ha de aplicar en cuanto hombre; así como, por otra parte, se refieren a El mismo en cuanto Dios, aquellos textos en que se dice que resucitó por su propia virtud (Catecismo Romano, 1, 6, 8).
No es grande cosa crcer que Cristo muriese; porque esto 2447 también lo creen los paganos y judíos y todos los inicuos: todos creen que murió. La fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande: el creer que resucitó (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 120).
2448 Cristo vive. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. No temáis, con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; no temáis. Vosotras venfs a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aqu~'(Mc 16, 6). Haec est dies quam fecit Dominas exsultemas et laetemar in ea; éste es el día que hizo el Señor, regocijémonos (Sal 117, 24).
El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.
No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos (J. ESCRIVÁ DE BAEAGUER, Es Cristo que pasa, 102).
2449 La razon de que los discípulos tardaran en creer en la Resurrección del Señor, no fue tanto por su flaqueza como por nuestra futura firmeza en la fe; pues la misma Resurrección demostrada con muchos argumentos a los que dudaban, ¿qué otra.cosa significa sino que nuestra fe-se fortalece por su duda? (SAN GREGORIO MAGNo,~Hom. 16sobre los Evang.).
2450 Después de la tristeza del sábado resplandece un día feliz, el primero entre todos, iluminado con la primera de las iuces, ya que en él se realiza el triunfo de Cristo resucitado (SAN JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos, 16).
2451 Yo, por mi parte, sé muy bien y en ello pongo mi fe que, después de la Resurrección, el Señor permaneció en su carne. Y así, cuando se presentó a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme, palpadme y comprended que no soy un espir¿tu incorpóreo. Y al punto le tocaron y creyeron, quedando persuadidos de su carne y de su espiritu [...]. Es más, después de su Resurrección comió y bebió con ellos, como hombre de carne que era, si bien espiritualmente estaba hecho una cosa con su Padre (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los de Esmirna, lll, 1-3).
2452 Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. En los que vieron claramente los vestigios de los clavos; y, según San Juan, también les enseñó el costado que habia sido abierto con la lanza, para que, viendo las cicatrices de las heridas, pudiesen curar las heridas de sus dudas.
Y no quiso curar estas señales: en primer lugar, para confirmar en sus discípulos la fe de la resurrección; en segundo lugar para poder presentarlas a su Padre cuando intercediese por nosotros, manifestándole la clase de muerte que por nosotros habia sufrido; en tercer lugar, para demostrar siempre a los redimidos con su muerte el gran amor que con ellos empleó, presentándoles las señales de su pasión; finalmente, para probar el día del juicio la justicia con que serán condenados los impíos (SAN BEDA, en CatenaAurea, val. Vl, p. 548).
2453 Y habiendo comido delante de ellos, tomó las sobras y se los dio. Para demostrarles la veracidad de su resurrección, no sólo quiso que le tocasen sus discípulos, sino que se dignó comer con ellos, para que viesen que habia resucitado de una manera real, y no de un modo imaginario. Comió para manifestar que podia, y no por necesidad: la tierra sedienta absorbe el agua de un modo distinto a como la abr sorbe el sol ardiente; la primera por necesidad, el segundo, por potencia (SAN BEDA en Catena Aurea, val. Vl, p. 550).
2454 Con razón los Romanos Pontífices han llamado a Maria Corredentora: de tal modo, juntamente con su Hijo paciertey muriente, padeció y casi murió; y de tal modo, por lasalvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependia, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo. (Benedicto XV). Asi entendemos mejor aquel momento de la Pasión de Nuestro Señor, que nunca nos cansaremos de meditar: stabot autem iuxta cruce». Jesu matar eius (Jn 19, 25), estaba junto a la cruz de Jesús su Madre (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Amigos de Dios, 287).
2455 Cristo ha muerto por ti. —Tú... ¿qué debes hacer por Cristo? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Camino, n. 299). Pascua del Señor, Pascua; lo digo por tercera vez en honor 2456 de la Trinidad: Pascua. Es, para nosotros, la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades, que es superior a todas las demás, no sólo a las fiestas humanas y terrenales, sino también a las fiestas del mismo Cristo que se celebran en su honor, igual que el sol supera a las estrellas (SAN GKEGORIO NACIANCENO, Oración 45, 2).
2457 Yentrando, no hallaron el cuerpo del Señor. No habiendo encontrado el cuerpo de Jesús, porque habia resucitado, i eran agitadas por diversas ideas; y como amaban tanto al Señor y se hallaban tan apenadas por su desaparición, merecieron la presencia de un ángel (SAN CIR1LO, en Catena Aurea, vo l. Vl, p. 524).
2458 Y les dijo: Paz a vosotros; soy yo, no temáis. Avergüénce- nos el prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos de jó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: la paz de Dios; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: El es nuestra paz. La paz es un bien recomendado a todos, pero observado por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Quizás el deseo de dominio, o de ambición, o de envidia, o de aborrecimiento del prójimo, o de alguna otra cosa, que vemos en quienes desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une [...]. La transmite a los ángeles [...] y se extiende también a todas las criaturas que verdaderamente la desean (SAN GREGORIO NACIANCENO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 545).
Ascensión
2459 Se aprovecharon tanto los Apóstoles de la Ascensión del Señor que todo lo que antes les causaba miedo, después se convirtió en gozo. Desde aquel momento elevaron toda la contemplación de su alma a la divinidad sentada a la diestra del Padre, y ya no les era obstáculo la vista de su cuerpo para que la inteligencia, iluminada por la fe, creyera que Cristo, ni descendiendo se habia apartado del Padre, ni con su Ascensión se habia apartado de sus discípulos (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 74).
2460 En cuanto Nuestro Señor subió a los Cielos, su Santa Iglesia desafió al mundo y, confortada con su Ascensión, predicó abiertamente lo que creia a ocultas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 29 sobre los Evang.).
2461 No era conveniente que Cristo permaneciese en la tierra después de la Resurrección, sino que convenia que subiese al Cielo (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q 57, a. 1).
2462 La fiesta de la Ascensión del Señor nos sugiere también otra realidad; el Cristo que nos anima a esta tarea en el mundo, nos espera en el Cielo. En otras palabras: la vida en la tierra, que amamos, no es lo definitivo; pues no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos en basca de la futura (Heb 13, 14), ciudad inmutable (...).Cristo nos espera. Vivimos ya como ciudadanos del cielo (F1p 3, 20), siendo plenamente ciudadanos de la tierra, en medio de dificultades, de injusticias, de incomprensiones, pero también en medio de la alegría y de la serenidad que da el saberse hijo amado de Dios (J. ESCR;VÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 126).
Pentecostés
2463 El Señor prometió que nos enviaria aquel Abogado que nos haría capaces de Dios. Pues del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús sin esta agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto si no recibe el agua, así también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto (SAN l;RENEO, Trat. contra las herejias, 3).
2464 El Espiritu Santo se apareció bajo la forma de paloma y de fuego; porque a todos los que llena, los hace sencillos y los anima a obrar; los hace sencillos con la pureza, y los anima con la emulación; pues a Dios no puede serle grata la sencillez sin celo, ni el celo sin sencillez (SAN GREC;OR;O MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).
2465 Vemos la transformación que obra el Espiritu en aquellos en cuyo corazón habita. Fácilmente los hace pasar del gusto de las cosas terrenas a la sola esperanza de las celestiales, y del temor y la pusilanimidad a una decidida y generosa fortaleza de alma. Vemos claramente que así sucedió en los discípulos, los cuales, una vez fortalecidos por el Espiritu, no se dejaron intimidar por sus perseguidores, sino que permanecieron tenazmente unidos al amor de Cristo (SAN CIRILO DE ALEJANDRiA, Coment. Evang. S. Juan, 10).
2466 Su actuación en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y placentera y su yugo es levisimo. Su venida va precedida de los rayos brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector; pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar, en primer lugar, la mente del que lo recibe y, después, por las obras de éste, la mente de los demás.Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veia, así también al que es hallado digno del don del Espiritu Santo se le ilumina el alma y, levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes ignoraba (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis 16, sobre el Espiritu Santo 1, 11-12, 16).
2467 Ved, pues, cómo San Pedro, que antes tenia miedo de hablar de Jesús, ahora se goza ya en los castigos; y el que antes de la venida del Espiritu Santo temió ante la voz de una mujer, después de la venida desafia las iras de los príncipes (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.).
22): Las fiestas católicas
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Para los católicos todos y cada uno de los días son importantes ya que cada jornada intentan seguir al Señor con la misma alegría y el mismo entusiasmo del principio; pero a lo largo del año celebran también de una manera especial, unos días que les recuerdan e intentan hacerles vivir de nuevo lo que en ese día recuerdan.
Veamos cuáles son los días en los que los católicos recuerdan para intentar vivir de nuevo, con el mismo espíritu con el que se vivió en su momento, esos acontecimientos importantes para su fe. Son fiestas y celebraciones católicas donde Jesús es el protagonista.
El Adviento, tiempo litúrgico.
Son las cuatro semanas antes de Navidad. Este tiempo prepara a los católicos para la vivir la Navidad y les prepara en la espera de la segunda venida de Cristo al final de de los tiempos.
Color litúrgico de este tiempo: el morado.
La Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Se celebra el 8 de diciembre de cada año. En este día se celebra que la Virgen María nació sin pecado original. Se celebramos esta fiesta en Adviento porque los católicos ven en la Virgen un modelo de oración y espera. Lc. 1,25-38.
Color litúrgico: blanco.
La Navidad, tiempo litúrgico
Es desde el 25 de diciembre hasta la fiesta del Bautismo del Señor. En este tiempo se celebra la aparición de del Hijo de Dios en nuestra carne mortal.
Color litúrgico de este tiempo: blanco.
La Natividad del Señor
Se celebra el 25 de diciembre de cada año. Se celebra el nacimiento de Jesús como ser humano. El hijo de Dios ha tomado nuestra carne para salvarnos. Lc 2, 1-14 Jn 1,1-18
La Sagrada Familia: Jesús, María y José
Se celebra el domingo siguiente al día de Navidad. Esta fiesta nos presenta como modelo de familia cristiana a la familia de Jesús. Lc 2, 22-40
Santa María, Madre de Dios
Se celebra el 1 de enero de cada año. Esta fiesta nos recuerda que María es bendecida por Dios. Lc 2,16-21
Epifanía del Señor
Se celebra el 6 de enero. Es la fiesta que la gente llama “Los Reyes Magos”. Cristo se manifiesta también a los que no son de raza judía, a los gentiles. Los Reyes Magos no son de raza judía, pero reconocen a Jesús como Dios. Mt 2, 1-12
El Bautismo de Jesús
Es el domingo siguiente a la Epifanía del Señor. Con esta fiesta se termina el tiempo litúrgico de la Navidad. Se celebra el bautismo de Jesús y el comienzo de su predicación y ministerio. Mc 1, 7-11
El Tiempo Ordinario
Después de la fiesta del Bautismo de Jesús empieza el Tiempo Ordinario que dura 33 ó 34 semanas y que acaba en el primer domingo de Adviento. El tiempo ordinario se interrumpe durante la cuaresma y la Pascua. Durante el Tiempo Ordinario no se celebra ningún misterio particular de Cristo, sino más bien se recuerda la vida en general de Cristo en su plenitud, principalmente en los domingos.
Color litúrgico de este tiempo: el verde.
La Presentación del Señor
Se celebra el 2 de febrero. Jesús entra en el templo y es presentado y rescatado por la ofrenda. Lc 2, 22-40
Tiempo de Cuaresma
Es un tiempo litúrgico movible, ya que aparece dependiendo de la fecha de la Semana Santa de cada año. Cuaresma son los 40 días antes de la Semana Santa de cada año. El tiempo de cuaresma empieza con el Miércoles de Ceniza y acaba con la Pascua. La cuaresma es el tiempo de preparación a la Pascua donde se celebra la Resurrección de Jesús. Durante estos 40 días se hace un camino penitencial, bautismal y pascual.
Color litúrgico de este tiempo: el morado.
La Anunciación del Señor
Es el 25 de marzo. En este día se celebra el anuncio del ángel a la Virgen de que sería madre y la aceptación de María como sierva del Señor. Lc 1, 26-38
Semana Santa
La Semana Santa es movible cada año. En Semana Santa los católicos celebran los misterios de salvación que Jesús realizó en los últimos días de su vida terrena. La Semana Santa empieza con la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de Jerusalén y termina con la Resurrección de Jesús.
Domingo de Ramos
Empieza la Semana Santa. Se celebra la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de Jerusalén: Jn 12,12-16 y Mc 11,1-10
Jueves Santo
En este día se celebran tres acontecimientos fundamentales de la fe católica: la creación por Jesús de Eucaristía, la creación del Orden Sacerdotal y el mandamiento del amor entre todos los seres humanos. Jn 13, 1-15
Viernes Santo
En este día se celebra la muerte de Jesús en la cruz. Se celebra también su Pasión, lo que Jesús tuvo que sufrir antes de su muerte. Jn 18,1-19,42
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
En este día se celebra la Resurrección del Señor. Jn 20, 1-9
Tiempo Pascual
Con el domingo de Resurrección empiezan los 50 días de la Pascua, que termina en la Fiesta de Pentecostés. Es un tiempo propicio para dar testimonio de Jesús resucitado.
Color litúrgico de este tiempo: el blanco.
La Visitación de la Virgen María
Es el 31 de mayo. Se celebra la visita que María hace a Isabel. Lc 1, 39-56
La Ascensión del Señor
Es movible, dependiendo de la Semana Santa. Cristo vuelve al Padre. Mt 16,15-20
Pentecostés
Con el domingo de Pentecostés termina el tiempo de la Pascua. Es un fiesta movible dependiendo de cuando sea la Semana Santa de ese año. En el domingo de Pentecostés se celebra la Venida del Espíritu Santo a los apóstoles, el comienzo de la Iglesia y el comienzo de la misión de predicar a Cristo resucitado a todos los pueblos y naciones. Jn 20,19-23
Jesucristo, sumo y eterno sacerdote
Se celebra el jueves después de Pentecostés. En esta fiesta se celebra que Jesús es sacerdote eterno que se entrega por nosotros. Jn 22,14-20
La Santísima Trinidad
Es el domingo después de Pentecostés. Se celebra que hay un sólo Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Mt 28,16-20
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Es el domingo después de la Santísima Trinidad. Se celebra la presencia de Jesús en la Eucaristía; que Jesús se entregó a los hombres, nos dejó su cuerpo y su sangre en la celebración de la Eucaristía. Mc 14, 12-16.22-26
El Sagrado Corazón de Jesús
Es el segundo viernes después de Pentecostés. El corazón para muchas culturas simboliza el centro de la persona y de sus sentimientos. El amor de Jesús llega al extremo de dar su vida para ser fuente de salvación para todos. Jn 19,31-37
La Transfiguración del Señor
El 6 de agosto. El Señor manifiesta su gloria. Jesús es voz y luz de Dios Padre. Mc 9,2-10
La Asunción de la Virgen María
El 15 de agosto. María es la primera en seguir los pasos de Jesús. En esta fiesta se celebra que la Virgen María fue asunta al cielo. Lc 1,39-56
La Natividad de la Virgen María
El 8 de septiembre. En este día se celebra el nacimiento de la Virgen María. Los católicos celebran sólo tres nacimientos: el de Jesús el 25 de diciembre, el de San Juan Bautista el 24 de junio y el de la Virgen María el 8 septiembre. El resto de las fiestas de los santos las celebran en la fecha de su muerte. Mt.1,1-16.18-23
Jesucrsito, Rey del Universo
Es el último domingo del año litúrgico. Después de este domingo comienza de nuevo el adviento. Jesús es servidor y Rey. Este último domingo del tiempo ordinario, cierra el ciclo del año litúrgico. Ya hemos dicho que este tiempo ordinario puede tener 33 ó 34 semanas. Jn 18,33-37
Síntesis para recordar el Año Litúrgico:
El año litúrgico empieza con El Adviento (son las 4 semanas antes de Navidad).
Cuando llega la Navidad comienza el Tiempo de Navidad (este tiempo va desde el Nacimiento de Jesús hasta el Bautismo del Señor).
Después de la fiesta del Bautismo del Señor empezamos el Tiempo Ordinario que son unas 33 ó 34 semanas en cuyos domingos no se celebra ningún acontecimiento especial en la vida de Jesús. El tiempo ordinario queda interrumpido por:
La Cuaresma (son los 40 días antes de Semana Santa).
La Pascua (son los 50 días posteriores a la Resurrección de Jesús. Este tiempo acaba con la fiesta de Pentecostés).
Con la fiesta de Pentecostés volvemos de nuevo al Tiempo Ordinario hasta llegar de nuevo a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo con el que termina dicho tiempo.
Una vez terminado el tiempo ordinario volvemos otra vez a comenzar el Adviento y vuelve a comenzar otra vez todo el proceso.
Los colores litúrgicos:
Tiempo de Adviento: el morado.
Tiempo de Navidad: el blanco.
Tiempo Ordinario: el verde.
Tiempo de Cuaresma: el morado.
Tiempo de Pascua: el blanco.
Tiempo Ordinario (segunda parte, después de Cuaresma y Pascua y hasta la fiesta de Jesucristo Rey del Universo): el verde.
Para Dialogar:
¿Por qué crees que la Iglesia ofrece los tiempos litúrgicos? ¿Para qué?
¿Cómo podemos vivir estos tiempos litúrgicos? ¿Qué debemos hacer?
¿Cómo podemos integrar en nuestra vida de cada día estas fiestas?
¿Cómo podemos tener presentes en el año litúrgico a los más pobres y necesitados?
Como grupo y como comunidad ¿qué podemos hacer para que se noten estos tiempos litúrgicos?
¿Entiendes el significado de muchas de las palabras que usamos frecuentemente en la Iglesia como liturgia, testimonio, mártir, etc…?
Ficha pedagógica
Material nº: 012
Título: Las Fiestas Católicas
Autor: Mario Santana Bueno
Fecha de publicación: octubre 2001
Destinatarios: Adolescentes jóvenes y adultos
Edad de aplicación: A partir de los 12 años.
Nivel: Medio (7 de 10)
Para utilizar en: Clases de religión, catequesis, grupos, catecumenados.
Objetivos:
Trabajo: ¿Tiene sentido las fiestas católicas en una sociedad que no lo es?
Debate: Fiestas sí, fiestas no.
Explicar costumbres que se realizan en las fiestas.
Trabajo: elementos no religiosos en fiestas católicas.
Trabajo: aspectos negativos de las fiestas.
Trabajo: Las fiestas y los no creyentes.
Trabajo: Las fiestas más importantes de las otras confesiones religiosas que existan en tu país.
Evaluación: Valorar la fiesta como elementos importantes para creer la comunidad y celebrar los misterios de nuestra fe.
A tener en cuenta: Que las fiestas siempre tengan una referencia a la vida de la comunidad, su fortalecimiento, su desarrollo, su constitución.
1. El hoy de Dios
La liturgia diaria del Oficio de lecturas se inicia frecuentemente con la recitación del Salmo 94, en el que se nos dice: ¡Ojalá escuchéis hoy su voz! La Iglesia trata de indicarnos con ello que todos los días Dios nos habla y todos los días Dios se hace presente en nuestra vida invitándonos a participar en su misterio.
Hoy retomamos en el ciclo litúrgico los llamados «Domingos de/ tiempo ordinario». Han pasado las fiestas de Navidad y Epifanía, ha pasado la Cuaresma, la Semana Santa, el tiempo pascual y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés. Durante este largo periodo hemos revivido en las celebraciones litúrgicas los grandes misterios que van desde la encarnación del Hijo de Dios hasta su muerte, resurrección y ascensión a los cielos, y envío del Espíritu Santo. Y esa vivencia, sin duda, nos habrá ido identificando más y más con los aspectos más fundamentales del misterio cristiano.
Hoy, como decimos, retomamos la liturgia del tiempo ordinario. ¡El tiempo ordinario en el que Dios santifica! ¡El tiempo ordinario con el que el hombre se reencuentra con Dios y con sus hermanos! ¡El cada día! ¡Las mañanas, tardes y noches grises y sin nombre! ¡El quehacer ordinario y sencillo que no recibe nunca diplomas especiales! ¡El hoy, repleto de gracia de Dios, aunque a penas se perciba! ¡El hoy del Cristo viviente en nosotros, aunque a penas lo advirtamos! ¡El hoy de la palabra de Dios y de los sacramentos que se celebran en la liturgia de la Iglesia sin melodías, sin flores, sin lámparas y sin campanas, pero que nos santifican en la desnudez y sencillez de lo que somos!...
Como la semilla enterrada en la oscuridad de tierra, pero que luego florecerá y dará abundantes frutos visibles, así hemos de vivir el hoy de la gracia en nuestra vida ordinaria. Esa gracia cotidiana, sencilla y silenciosa irá trasformando nuestra vida a imagen de los días ordinarios del Jesús del Evangelio. En efecto, los evangelistas ponen un énfasis especial en los acontecimientos más relevantes de la vida de Jesús, pero también nos cuentan lo que hacía cada día: oraba, predicaba, curaba enfermos, bendecía a los niños, acudía a algunas bodas, socorría a las viudas y a los pobres, perdonaba a los pecadores, comía con sus amigos, en incluso con sus enemigos, atendía a su madre, frecuentaba las casas de sus amigos y dialogaba con todos... Pero, además, se da el caso, de que en los evangelios no se recoge todo lo que hizo Jesús durante su estancia terrena entre nosotros. San Juan escribirá al final de su evangelio: «Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se contaran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieron».
¿Acaso todos estos días, llamemos anónimos, por no haber hecho cosas extraordinarias, hemos de considerarlos ajenos al misterio de Cristo que se celebra en la liturgia? Para mí estos días, que no han recogido los historiadores, son los que preparan y explican mejor el contenido de los grandes acontecimientos de su vida. En las etapas de la historia de Jesús ocurre lo mismo que en la nuestra. El cada día nos prepara y decide lo que luego realizamos en ciertos momentos o acontecimientos especiales.
Los domingos que llamamos del Tiempo ordinario son también un tiempo importante. Tan importante, que sin él la celebración integral del misterio de Cristo y su progresiva asimilación por parte de los cristianos quedaría muy truncada y se verían reducidos a puros episodios aislados, en lugar de impregnar toda la existencia de los fieles y de las comunidades. Las Normas universales sobre la ordenación del año litúrgico definen así el significado de estos dominos ordinarios: «Además de los tiempos que tienen carácter propio, quedan 33 o 34 semanas en el curso del año en las cuales no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos. Este periodo de tiempo recibe el nombre de tiempo ordinario» (n. 43). Solamente cuando se comprende que el Tiempo ordinario desarrolla el misterio pascual de un modo progresivo y profundo, se puede decir que se sabe qué es el año litúrgico. Quedarse tan sólo con los «tiempos fuertes» significa olvidarse de que el año litúrgico consiste en la celebración durante el curso de un año, del misterio de Cristo y de su obra de salvación en su totalidad. La liturgia del año litúrgico pretende que cada doce meses de nuestra historia personal y comunitaria sea una vivencia progresiva de todo el misterio de Cristo.
2. Organización de la liturgia de estos Domingos
El Tiempo ordinario no constituye, propiamente hablando, un período litúrgico especial, en el que los domingos guardan una relación entre sí en torno a un aspecto determinado del misterio de Cristo. La fuerza del Tiempo ordinario está en cada uno de los 33 o 34 domingos que lo integran, y durante los cuales la Iglesia revive los distintos momentos de la vida de su Señor.
Este tiempo comienza el lunes que sigue al domingo del Bautismo del Señor, fiesta que, a la vez que clausura el período natalicio, inaugura la serie de los domingos durante el año. Por eso, el domingo siguiente al del Bautismo del Señor se denomina domingo 2º del Tiempo ordinario. El tiempo se extiende hasta el miércoles de Ceniza, para reanudarse de nuevo el lunes después del domingo de Pentecostés, y terminar antes de la primeras Vísperas del domingo 1 de Adviento. Los domingos inmediatos a Pentecostés centran su liturgia en el misterio de Dios uno y trino (domingo de Trinidad), y en la presencia permanente de Cristo en la eucaristía (fiesta del Corpus).
El hecho de que el Tiempo ordinario venga a continuación de la fiesta del Bautismo del Señor y de la fiesta de Pentecostés permite apreciar el valor que tiene para la liturgia el desarrollo progresivo, episodio tras episodio, de la entera vida histórica de Jesús, siguiendo la narración de los evangelios. Éstos comienzan con lo que se denomina el ministerio público del Señor. Cada episodio evangélico es un paso para penetrar en el misterio de Cristo, un momento de su vida histórica que tiene un contenido concreto en el hoy litúrgico de la Iglesia, y que se cumple en la celebración, de acuerdo con la ley de la presencia actualizadora de la salvación en el «aquí-ahora-para nosotros».
Por eso puede decirse que la lectura evangélica adquiere en el Tiempo ordinario un relieve mayor que en otros tiempos litúrgicos, debido a que en ella Cristo se presenta con su Palabra dentro de la historia concreta, sin otra finalidad que la de mostrarse a sí mismo en su vida terrena, reclamando de los hombres la fe en la salvación que él fue realizando día a día. Los hechos y las palabras, que cada evangelio va recogiendo de la vida de Jesús, hacen que la comunidad de los fieles tenga verdaderamente presente, a lo largo del año, a Cristo el Señor con su vida histórica, contenido obligado y único de la liturgia.
La reforma posconciliar ha introducido en la distribución de las lecturas del Tiempo ordinario algo importante para lo que venimos diciendo. A partir del primer domingo se inicia la lectura semicontinua de los tres evangelios sinópticos, uno por cada ciclo: ciclo A (Mateo), ciclo B (Marcos) y ciclo C (Lucas), de forma que se va presentando el contenido de cada evangelio a medida que se desarrolla la vida y predicación del Señor. Así se consigue una cierta armonía entre el sentido de cada evangelio y la evolución del año litúrgico. El cristiano, celebrando sucesivamente todos estos pasos de Jesús, hace suyo este camino y programa pascual del Señor, camino y programa que ha de realizarse no sólo en el curso del año litúrgico, sino a lo largo de toda la vida.
En cuanto a las otras lecturas, las del Antiguo Testamento se han elegido siempre en relación con el evangelio y como anuncio del correspondiente episodio de la vida del Señor. Las segundas lecturas no forman unidad ni con el evangelio ni con la del Antiguo Testamento, salvo excepciones. Están tomadas, de forma semicontinua, de las cartas de San Pablo y de Santiago
Año 2003 Ciclo B:
Adviento 1 dic – 24 dic
Navidad 25 dic – 12 Enero
T Ordinario 13 Enero - 4 de Marzo
Cuaresma 5 de Marzo – 12 de Abril
Semana Santa 13 Abril – 19 de Abril
Pascua 20 abril- 8 de Junio
T Or4dinario 9 de Junio – 30 Noviembre
(Julián López Martín). Por Roberto Ortuño Soriano, o.p